lunes, 16 de abril de 2012

Pobre María

La pobre María desconsolada, que si, que no.
Que si se puede sentar así.
Que se suba el escote de la blusa.
Que se acomode el ruedo de la falda.

La pobre María no sabe quien es, no sabe si esta bien.
Desde niña le dijeron que hacer, desde niña le dijeron que decir, como ser.
Desde niña le dijeron que fuera señorita y la pobre María no sabe quien es.

María se desabrocha dos botones de la blusa, y ahí están con sus miradas y con sus habladas.
María no sabe si soñar, cuando sueña, piensa que esta mal.
Se imagina estudiando y trabajando, y unos le dicen que esta mal.
Se imagina como mujer de familia y otros la ven con desprecio.

Pobre María no se encuentra,
no sabe si es una señorita,
no sabe si pensar por sí misma o por los demás,
no sabe si esta bien procrear o no.

Pobre María no tiene poder de decidir ni siquiera sobre su propio escote.

miércoles, 11 de abril de 2012

Mi espejismo sexual

Cruce mis piernas, apretando los muslos, uno contra otro, oprimiendo mi sexo, que desde hace unos minutos estaba en un constante y palpitante cosquilleo.

El segundero del reloj daba vueltas con un tic-tac al ritmo de mis palpitaciones, la clase parecía haberse detenido, sin embargo, veía los labios de la profesora moverse en sincronía con todo a su alrededor.

Los demás parecían no percatarse de mi repentino espejismo sexual. Seguía rozando los muslos, uno contra otro bajo la enagua escocesa del uniforme colegial. Mi mano bajaba a mi regazo mientras sentía mis pezones crecer bajo la blusa.

Mi mente, perdida en la ilusión, cuando me toca, cuando siento su aliento en mi nuca, cuando las yemas de sus dedos exploran mi cuello, los lóbulos de mis orejas, mis piernas, los labios…

El cosquilleo aumentaba, mientras recordaba sus labios explorar los rincones de mi cara, bajar por mi cuello hasta casi llegar a mis senos. Sus caricias penetraban todos mis sentidos y mientras recordaba estas cosas, mis manos bajan al regazo de mi falda, me preguntaba si podía llegar bajo la falda, sin que nadie me viera.

En mi exterior no percibía sonidos, solo el tic-tac del reloj, mis palpitaciones cada vez más rápidas, el roce de las medias blancas hasta la rodilla, una contra otra y casi podía escuchar en el momento en que mis genitales femeninos se humedecían.

Sentía que mi cuerpo se acaloraba y mis mejillas se coloreaban mientras imaginaba todo lo que quería hacer, el crecimiento del órgano en mi mano…. Pensaba tantas cosas, cuando casi lograba acariciar mis genitales con la palma de mi mano, sentada y escondida en el escritorio.

La respiración, se hacía más pesada, las palpitaciones, la humedad, todo al ritmo del reloj que marcaba pocos minutos para la salida de la lección.

De pronto escuche mi nombre, lentamente deslice las palmas de mis manos desde debajo de la falda hasta la mesa y trate de entrar de nuevo en el plano real, mientras mi compañera me hablaba trivialidades, regrese a la realidad…. Pizarra con apuntes, cuaderno, profesora, escritorio y estudiantes. Guardar las fantasías por un rato, hasta que el autobús me dejara en mi hogar y me encerrara en la privacidad, en el mundo lujurioso y placentero de mi cuarto, donde nadie podía leer ni juzgar mi fantasía y podía cumplirla de la manera que yo quisiera.

Pensé en hacerlo, en bloquear el plano erótico por unos cuantos momentos, solo por el viaje de regreso, pero, mi mente empezó a procesar esos lugares tan escondidos, esos deseos tan secretos y esos lugares intocables que deseaban ser tocados. El espejismo erótico se repite de nuevo, las ansías de tu tacto explorando mi cuerpo me inundan de nuevo y borran de mí alrededor el plano real por un rato.