domingo, 8 de septiembre de 2013

Sin censura

Tus labios se aferran a mi,
mis párpados se cierran al ritmo de los movimientos de tu mano
tu mano que ya traza las curvas de mis caderas.

Mi mirada te busca con los ojos cerrados,
y mi respiración jadeante se une con las contracciones de mi cuerpo.
Es como si buscaras con la boca algún objeto perdido en los rincones de mi piel.

Y al fin mi mirada te encuentra, encuentra tus pechos levantados,
esos senos que se levantan mirándome,
los senos claros y estrellados en lunares,
palpitantes,
endurecidos,
erectos.

Te hablo así, así como si tuviera tus piernas encerrando mi rostro,
¿Quién dice que tenemos que callarnos en poemas?
Si casi puedo oír tus gemidos ahogados dentro de mis estrofas,
si puedo sentir tu aliento rogarme debajo de las sábanas
¿Cómo podría censurar tus suplicas?

Ya siento tu calor en mi vientre,
he vuelto a ver hacía arriba, para ver a Venus a la cara
Y sentir en mis manos apretadas las caderas de la misma Afrodita
Pero, ver en tus ojos la mirada de una mujer de no tan buena reputación.
Deslizo mi mano hacia arriba, tus senos,
tu vientre,
desbordándose en mis manos.

Nos fundimos,
nos hemos sincronizado en movimientos, en explosiones
hemos viajado una encima de la otra,
de la cama al piso,
del piso al paraíso
y del paraíso a envolvernos en las llamas del infierno.

Mis manos se enredan en tu cabello,
y mis dedos se deslizan por tu espalda,
las marcas ahora se avivan quemándote la espalda y las nalgas.

Y cuando terminas de retorcerte,
de intentar tomar de nuevo un poco de aire,
cuando tu voz termina de dejar escapar gemidos entrecortados
nos fundimos en un largo abrazo,
cierras tus ojos y viajas por tu inconsciencia.

Y aún en tu inconsciencia mis manos se atreven a buscarte,
se atreven a deslizarse entre tus piernas,
y entre la fina línea que divide la inconsciencia del mundo real
dejas salir los gemidos de tu boca, con los ojos cerrados
¿Acaso es esto un crimen?
Si aún puedo ver que soy la dueña de tus fantasías oníricas más decadentes,
Al fin y al cabo hay una delgada línea entre tu viaje onírico y mi mano entre tus piernas
Y ahora despiertas en un gemido
y tus labios se aferran a mi,
haciendo que mis ojos se cierren en un suspiro.