sábado, 7 de junio de 2014

Historia de las manos

¿Recuerdas cuando nuestras manos se conocieron?
Encontrándonos bajo los efectos de la primera charla,
se rozaron tiernas y suaves, alegres y revoltosas;
bajo un sol dominical y las ganas prematuras de rozar los labios
y el cuerpo entero.

Tus manos, siempre presentes, se acercaron temerosas a las mías,
Tus manos recorrieron mi cuerpo; como si del planeta entero se tratará;
allí trazaron mares, lagos y cordilleras rocosas.
Tus manos dentro de mi cabello, buscando frutos en la enredadera.

Tus manos ansiosas de demostrar sus virtudes; toman lápiz, pincel y pluma, cómo herramientas; pasta para modelar, tiza y entre tus manos; también, mis caderas.
Tus manos se doblan en primera; y yo aplaudo en silencio, sin que tú te des cuenta.

Una mano suave, delicada y virtuosa se entrelaza con la mía,
me acaricia los hombros, la espalda y los brazos,
agarra de lleno y en puño mis besos, y acaricia con ternura mis labios,
manos apasionadas, manos traviesas.

Tus manos son en sí mismas poesía,
puedo hablar sobre ellas y contar el relato,
confesar mis anhelos;
de empezar a divisar piel arrugada,
a sentirlas ásperas; aún entrelazadas a las mías.

O qué espero sentir la mano cálida en mi vientre,
ponerle un anillo en uno de los dedos, para que brille bajo el sol,
acariciarla cien años, reproducirla en un par más pequeño.

Qué acaricie mis brazos cuando estamos bajo las sábanas, en una noche fresca,
qué me tome mi mano y la abracé en una conversación cotidiana,
que limpie mis lágrimas;
que sea objeto de consuelo y alegría,
que tracé en mi poesía,
que enseñen,
que amen, que eduquen,
y que la huella de tu mano, se llene de líneas de toda una vida,
y quedé para siempre encerrada en mi pecho,
que mi mano quede encerrada en la tuya,
que no se aparten,
que se complementen,
qué se fortalezcan juntas.
que sueñen y realicen,
y qué al final, las huellas de nuestras manos tracen para siempre;
la historia de un recuerdo.

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