sábado, 11 de mayo de 2013

Versos de las penas evaporadas


Tenía mil razones para llorar cuando puse mi cabeza sobre tu pecho
El calor me invadía de pronto, nacía en tu pecho y viajaba entre las fibras de mi cuerpo
De pronto, las mil lágrimas que quise derramar se convertían en miradas, miraba tus ojos penetrantes desde abajo, desde tu pecho.

Esa mirada, los dos ojos que me tomaron cautiva, cafés; brillantes, amorosos.
Esa mirada que evapora mis penas; las evapora en aire con olor a vainilla, con aroma a caricias.
Esa mirada me mantiene prisionera, en esta prisión donde es imposible la soledad, el abandono o la angustia.
En esta prisión me siento libre, aunque pudiera escaparme de esos ojos brillantes, nunca lo haría.
Como brillan, como me enternecen el alma, como hacen que mis penas se diluyan entre mis dedos.

Me abrazas, y me besas la frente.
Me prestas tu pecho como un lecho de descanso, con olor a vainilla con paraíso.
Así se debería sentir , si algún día nosotros; mortales, lo pudiéramos alcanzar.
Es solo una palabra, un pensamiento; basta con que se escape un poco de tu esencia para calmar mi alma.

Te miró y me pierdo en una ráfaga de sueños, ahí tan hermosa, tan sublime viviendo en un mundo de mortales.
Vos, tan sobrenatural, dentro de un mundo normal y monótono
dibujando atardeceres dondequiera que me llevas de tu mano.

Y yo, a veces tan mortal; pero, aún así siendo el objeto de tu amor y tus caricias
siento como brota la fortuna sobre mi cuerpo.
Vos, tan omnipresente; haciéndome sentir tu amor en todo momento y cada fibra de mi piel.

Tan solo deseo que siempre sientas mi mano sobre la tuya, aún cuando la mía descanse lejos; pero siempre deseando estar sobre tu cuerpo.
Deseo que en la mañana, cuando los primeros rayos de sol iluminen tu rostro, tu alma se sienta enamorada.
Tan solo deseo dibujar en ti sonrisas, deshacer tus penas en atardeceres y fundirnos en un abrazo eterno, que no nos dejemos ir nunca, aún al estar a kilómetros de distancia.
Solo deseo poder convertir esas mil razones para llorar, en mil lágrimas de alegría en tu mirada; tu mirada brillante y amorosa.



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