martes, 11 de noviembre de 2014

Musas hermanas

¿Acaso te alimentas tú de las lágrimas del cuentista?
Musa dormida, musa inerte
¿Qué es la muerte para ti? ¿Es acaso el abandono entre suspiros?
¿Escuchas mis clamores?
Musa dormida, musa inerte
¿Me has abandonado para siempre?

La muerte es para ti, transformación
La muerte es para mi, dejarte ir
Si pudiese aún pedirte un deseo,
sería darme aquello qué toda la vida he anhelado
¿Qué tienen aquellos hombres y mujeres de renombre qué no te puedo dar yo?
No te han traicionado, por la divina vida repetitiva,
por el ajetreo de la vida,
te he abandonado.

Pensar qué nací contigo,
en mi adolescencia fuiste algo repetitivo,
vienes y vas con la melancolía;
te alimentas de mis lágrimas,
en tu sadismo disfrutaste de mis noches de soledad.
Y desapareces ahora,
Musa inerte y dormida.

Ahora qué no estas me han visitado,
es tú hermana, la romántica,
la del soneto y la rima,
la que suspira,
la que besa y ríe en solitario;
la que llora sabiendo que en la mañana
la despertará el sol naciente.

Ella sabe qué debe vivir, buscando felicidad,
se alimenta de mis ganas de vivir,
y en la noche prende la luz;
y me recuerda qué la belleza le gana al mal del mundo.

Y el mal sigue ahí,
y tú sigues ahí,
Y la melancolía sigue sonando en la canción de fondo,
Pero ella, ella llena todo de belleza
y abraza el espacio vacío qué siempre existió
Y ya no te puedes refugiar ahí
con el vestido de seda negro, susurrando en desesperación.

Y si hoy decido llamarte,
ya no estarás ahí,
es tu hermana,
la que hace qué todo rime,
y qué con sonetos,
te cuente lo hermoso qué es vivir;
Entiendo que para ti es transformación,
entiende qué para mi me has abandonado
Y esto es un adiós.





No hay comentarios:

Publicar un comentario