sábado, 13 de octubre de 2012

Planeta Infierno

Miraba hacia la ventana, con una mezcla de terror y espanto, hoy era el día en que podía contemplar el fin con mis propios ojos.
El fin del que todos habían estado hablando desde el principio y si hemos de ser lógicos bajo estas catastróficas circunstancias, era de esperarse que algo que había tenido un principio llegará a su fin.

La esperanza se había ido, y todo fue tan rápido, y ahora todo es tinieblas. Los pocos niños de brazos que quedan, sería mejor que no hubieran nacido nunca, bajo este infierno terrenal, mirando por la ventana me convencí a mi misma de que no había nadie que pudiera hacerse llamar "Salvador"; nadie había muerto nunca por la raza humana, si fuera mi salvador me hubiera llevado antes de contemplar tanta desolación con mis mortales ojos.

Podía recordar los días en que todavía el sol no tenía vergüenza de iluminar nuestros rostros, ahora simplemente se había vuelto para el otro lado y había dejado a la oscuridad predominar para siempre. Era una cruel broma, si verdaderamente existía alguien que escuchara nuestras plegarias había de ser un gran sádico, totalmente excitado ante nuestras plegarias y humillaciones.

Podría haber sido que no le hubiéramos pedido con suficiente fe, que no le habíamos lamido los pies con suficiente devoción que había enviado a sus ángeles más perversos y enfermos ha desatar tal peste sobre nosotros.

Por momentos prefería cerrar los ojos y tapar los oídos para desconectarme de mi triste realidad, y yo estaba ahí contemplando el suicidio desde el primer momento en que había vivido en carne viva el mismo infierno y aún así había un rayo de esperanza que me decía que esto iba a terminar, que todo principio tenía un final.
La historia, prefiero grabarla en un pedazo de papel, que se pueda consumir junto con los restos de las pobres almas que habitaron este poblado infierno.
No tengo memoria hace cuánto empezó nuestro sufrimiento, pero, recuerdo que empezó como vagas notas del periódico sobre medicamentos descontinuados debido a que los cuerpos habían desarrollado una especie de inmunidad a ellos, notas cada vez más frecuentes, científicos cada vez más alarmados y por último medidas cautelares cada vez más extremas.

Cuando las personas empezaron a morir a montones por gripes o pequeñas infecciones, cuando se tuvieron que quemar los cadáveres por pilas y se hablaba de una nueva peste, una peste moderna. Nadie podía imaginar tal tipo de pandemia y es que no era una pandemia; nuestros propios cuerpos se estaban matando a sí mismos.
El fenómeno se había explicado como un tipo de inmunidad hacía las defensas. El propio cuerpo había desarrollado inmunidad hacía los propios antibióticos y medicamentos; las defensas producidas por el cuerpo habían quedado "obsoletas" por decirlo de algún modo, ante las enfermedades, virus e infecciones que se hallaban totalmente fortalecidas y todos estábamos en riesgo.
Pronto, todos empezaron a morir y enfermar, una simple gripe podía ser mortal en cuestión de 24 horas y ya no había nadie que nos salvara, los científicos habían dejado de hacer experimentación o muerto en el intento.
Las teorías de conspiración no tardaban en llegar, que había sido un arma biológica del gobierno de Estados Unidos, hasta que llegaban las muertes masivas a la Casa Blanca y en cada rincón del mundo.

Y luego vino el colmo de la humillación, los trajes blancos y esterilizados que debíamos usar las personas "sanas" para protegernos contra cualquier tipo de amenaza. Y luego vino el caos ,a frialdad y la falta de humanidad.
Pronto quemar cadáveres por pilas gigantes se hizo rutina, atentar contra la vida de un enfermo una necesidad y convertirnos en salvajes; un verdadero placer.

Ahora podía observar fuera de la ventana de mi improvisado refugio, la oscuridad y la penumbra, las filas de cadaveres, el llanto de madres desconsoladas por sus hijos enfermos, personas aferrándose a una esperanza, que más que esperanza era una ilusión. Todos con grandes trajes blancos esterilizados, como números, como sirvientes ante una causa perdida, como ovejas caminando hacía nuestros mataderos.

Y yo solo me dispondré a recostarme aquí y recordar los días en que podía sentir el tacto de otras personas, respirar el aroma que traía el aire, contemplar las flores y sentir el sol que no se sentía avergonzado de nosotros. Si tan solo antes de mi muerte, pudiera sentir unos labios rozar los míos, unos dedos recorrer mi espalda desnuda o un simple susurro de "todo va a estar bien". ¿Acaso merecía yo morir sin esperanza?

Pero, esos días ya habían pasado y sabía que el único futuro era esperar mi propia muerte, porque me sentía enferma desde adentro, tal vez era la falta de contacto, la desesperanza, el asco que sentía por lo que nos habíamos convertido o verdaderamente estaba muriendo de la peste moderna...
De todos modos me quité el traje y me acosté desnuda, cerrando los ojos pensé en hacer una última plegaria y luego recordé que mi padre me había abandonado, en realidad nunca tuve un padre y esperé a que mi corazón dejará de latir y me convirtiera en simples cenizas que adornaban este Planeta Infierno.


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