lunes, 25 de febrero de 2013

Mi bailarina

Escuchaba el compás de la música desde sus labios,
cerraba los ojos y la sentía, suave y ligera.
De pronto estaba ahí, sumergida entre giros
giraba entre mis brazos. 

Mis manos la tomaban de la cintura, 
y mientras giraba el sol salía desde su mirada e iluminaba el resto del universo. 
Sus piernas imitaban los suaves movimientos del viento 
o los fuertes movimientos de gigantes olas del mar,
sus piernas bailaban también enrolladas en mi cintura. 

También bailaba su respiración, 
bailaban sus suaves labios mientras me besaban 
bailaba su cintura al ritmo de la mía.

Yo, solamente la veía danzar, danzar entre la lluvia
desde el cielo, encima de la mesa, encima de mi cuerpo
solamente la sentía bailar dentro de mi alma. 

 Las leyendas decían que las musas eran bailarinas, 
 y ahora me doy cuenta que las leyendas son verdaderas
porque mi musa no deja de danzar,
danza en mi cuerpo, gira en mi mente y se desliza por mi alma. 

Yo solo la contemplo y me hace empezar a escupir versos sin control. 
Nadie podría pensar que una bailarina pudiera reflejar el sol de todo el universo desde su cuerpo,
hasta que vieran la belleza de mi musa bailarina. 


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