martes, 4 de septiembre de 2012

¿Por qué lloras?

¿Por qué llora? Esta pregunta la escucho casi diariamente. ¿Por qué llora? Como si pudiera explicarles el porqué de mi llanto, como si pudiera explicar en unos cuantos minutos prestados, porque cada vez que me emociono, los sentimientos me salen por los lagrimales.
Creo en el llanto como una forma primitiva de supervivencia, como la primera reacción que tiene el ser humano ante un entorno desconocido, cuando se le es arrancado de la seguridad del vientre de su madre, hacía el frío de un mundo desconocido.
Creo en el llanto, ya cuando él bebe está más desarrollado,  como una forma condicionada de supervivencia, de satisfacer sus necesidades más básicas.
A medida que crecemos, el llanto se va haciendo una respuesta, una respuesta a un estímulo. Lloramos cuando nos emocionamos con una película, con una canción, lloramos cuando perdemos algo, lloramos cuando perdemos a alguien, lloramos por mal de amores, lloramos por tristeza, por ausencia de felicidad, por soledad…
Llorar por tantos motivos, llorar por desprecio, llorar por soledad, por enojo, por decepción, por felicidad, por desesperación, llorar porque esa es la salida que conocemos algunos para desahogar las desgracias de la vida. 
Sentarse al frente de una ventana y llorar con todas las fuerzas de nuestra alma, llorar abrazados con una persona amada o totalmente solos. 

Llorar al frente de un ataúd abierto, en la oscuridad de un cuarto vacío, en un rincón, encima de la almohada, llorar en la calle, camuflando las lágrimas entre las gotas de lluvia que caen a las cuatro de la tarde y llorar caminando en una mañana soleada. 

Como en mi caso personal, llorar porque sentí ganas.
-¿Por qué lloras?
Porque sentí ganas de sacar mis sentimientos por los ojos, darles un recorrido por mi rostro y que mueran en las comisuras de mis labios.
-¿Por qué lloró?
Porque en mí teoría, nací en un océano de lágrimas, que me han acompañado toda mi vida, como reacción natural a las emociones fuertes, porque no puedo esconder en los momentos que sufro.
Lloro, porque es la manera que conozco para expulsar mis penas de mi cuerpo, porque la vida me enseño así, a llorar cuando siento ganas, lloro cuando me siento triste, porque no siento natural sonreír cuando estoy triste, aún lloro como forma primitiva de supervivencia, para sobrevivir a mis propios demonios.
En mi vida, el llanto es más que una reacción biológica, es la forma en que mi cuerpo me recuerda que estoy viva, me hace sentir.
Uso mi llanto para sobrevivir, para después de haber expulsado las penas de mis ojos, susurrarme a mí misma que todo va a estar bien, que aún existo, que aún me emociono y sobre todo que aún respiro. 

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