Puedo
vivir entre sus labios,
sintiendo
la feroz explosión bajo mi vientre,
puedo
sentirme humedecida, tan solo con una palabra de tus labios, o una mirada
tan
sumisa como voraz, tan inocente como deseosa.
Puedo
alimentarme, al ver sus curvas balancearse, rozando mi piel desnuda
Sus
piernas entre mis piernas, nuestra piel humedecida por tu esencia, por nuestra
esencia.
Nuestra
esencia que se mezcla, entre gotas de sudor, entre muslos y senos.
Su
espalda se arquea contra la pared,
mientras
mis labios descubren los rincones de tu cuello,
mi
lengua sigue el camino de placer
te
descubro, insaciable, los alrededores de tu oído
que
me incitan clamar tu nombre.
La
escucho, jadeante
su
respiración rápida, agitando su cuerpo
siento
sus pezones bajo mi mano levantarse.
Y
mis labios los buscan, y mi lengua los tienta
y
mis manos bruscamente los retuercen.
Poco
a poco, abandono mi cuerpo
Mi
mirada no se siente la misma,
soy
una mujer insaciable, violenta, erótica.
Ante
su piel iluminada por unos reflejos del sol que entran por la ventana,
me
convierto en la fiera velando a mi presa.
Ella
lo sabe y la desesperación se sale por su mirada
me
grita, me incita, me busca y me dice.
Su
cuerpo lo sabe y tiembla al ver los ojos de su depredadora.
La
tomo de los giros de su cadera,
de
su suave piel, a punto de convertirse en mi presa.
Ahora
está en el suelo, deseosa, abierta y rebosante.
El
olor de su esencia me llama, como a un animal en celo los llaman las feromonas,
me
abren el apetito, me desesperan el vientre, las entrañas
empiezo
a trazar rutas por su cuerpo, hasta llegar al manjar
lo
busco con la boca, con los labios, con los dedos.
Sus
gemidos, son como un canto de apareamiento,
me
terminan de sacar la bestia, el instinto animal.
Ella
está a flor de piel, retorciéndose, gritando
se
mueve y mi animal interno se apodera
no
la dejo, la busco, busco hacerla rendirse.
Estamos
en el clímax, sus contracciones me lo dicen
su
rostro me lo indica, sudoroso, hambriento, rendido ante mi
siento
como mi mandíbula se mueve al observarla tan vulnerable.
Los
espasmos me lo indican,
los
espasmos que empiezan desde sus piernas,
su
vientre, sus brazos.
se
mueve como si se aferrara a lo único que queda de su fuerza voluntad.
Es
muy tarde, el placer domina su dulce cuerpo
Su
cuerpo se desata en un mar de temblores, gritos y exhalaciones.
Mi
cuerpo no se puede dominar, ver a mi presa rendida es el pico máximo de
placer,
me
humedezco y siento como mi cuerpo cambia, pidiendo, hambriento, terminar de ser
satisfecho.
A
pesar de ser comida por mi presa, aún soy la depredadora
siento
su boca como traza caminos sobre mi piel,
es
el paraíso, se enciende el placer en cada una de las fibras de mi piel.
Pienso
que, su lengua debería ser una divinidad,
O
un santo aprobado por el Vaticano.
Abro
los ojos de vez en cuando solo para verla arrodillada frente a mis piernas
abiertas.
Ahora
lo siento venir, un espasmo que empieza desde el alma,
baja
por el vientre, me desgarra el cuerpo,
mi
animal se despierta feroz y quiere salir de mi cuerpo,
tembloroso
y húmedo.
Observo
su mirada satisfecha y ella observa la mía,
poco
a poco siento como mi instinto de animal en celo, no se duerme, solo se guarda
por momentos
puedo
ahora, ver su cuerpo sublime iluminado por unos rayos de luz
nos
abrazamos, mojadas, sudorosas, temblorosas y satisfechas
con
una mirada cómplice y con los cuerpos desnudos.
Observando
la belleza de la desnudez femenina.
Nos
miramos a los ojos,
conozco
esa mirada insaciable
le
correspondo su mirada y su cuerpo empieza a rozar el mío
se
posa encima y mi instinto animal se reactiva.
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